Cuando el médico que hacía el turno de madrugada a las urgencias del Hospital Sant Jaume de Olot vio aquellas manchas en la boca de una mujer que acababa de morir se negó a firmar el acta de defunción. La mujer había ingresado procedente de La Caridad, uno de los geriátricos más buscados de toda la Garrotxa.